Los misterios del firmamento. El canto del músico.

 

Querido amigo, estimado colega:

Hoy es un día difícil. La comida escasea, la guerra no frena y nuestras vidas son cada vez menos satisfechas. Pero compañero, mientras las balas no cesan, aquí está una de las historias más
conmovedoras y trágicas de todos los relatos contados en estas soleadas praderas. Praderas azotadas por tifones y monstruos tenebrosos, hidras y titanes, pero llenas también de héroes e inmortales. Valerosos hombres y mujeres que lucharon y derramaron sus líquidos carmines a cada paso que daban, para que hoy, siniestras criaturas no devoren nuestra morada.

Así que, como verás, para muchos esta historia no es de un ser humano común y corriente; para otros, inclusive, es un semidios, aunque para los escépticos es solo una ficción. Empero, ¿qué sería del ser humano sin las ficciones que dan sentido a nuestra existencia, a nuestras guerras y creencias? ¿Qué es el oro sin la ficción a la que le hemos dado valor a dicha condición? Sí, con él puedes comer, comprar cosas tangibles y elementos contrarios a estos, ¿pero los animales le dan un valor al oro? Eso, amigo, es una ficción humana, ficción que aceptamos para que la rueda de la sociedad siga y siga llana. Los mitos, relatos y leyendas son parte tan de nosotros, tan de estas ínsulas, que forman a la humanidad y a cada pueblo con sus infinitas ínfulas. Son esas ficciones, esos mitos que se vuelven religiones. Asimismo, han dado, hasta ahora, algún orden a estas sociedades. ¿Te has dado cuenta de tales cualidades?

Pero regresemos, estimado, al relato de este humano, tocado por la inspiración divina, con talentos mágicos e inigualables, pero que terminó la aventura de su vida desdichado, trágico y olvidado. Todo provocado por el inconmensurable y profundo amor hacia su mujer, no importando que hubiera abandonado este plano y buscándola hasta el fin de lo mundano. Lo que es cierto es que sus aventuras han recorrido todos los rincones de nuestra madre esfera que, aunque tú no lo creas, gira inexorablemente, siendo parte de nuestra naturaleza. Sin más poesía ni proezas, escucha, amigo, lo que tiene que decir este héroe y su grandeza:

    • «Soy él, el hijo de una musa y de un rey, aunque para muchos mi verdadero padre era aquella deidad celestial, epítome de la vitalidad y la belleza, defensor de las artes y las letras, confundido muchas veces con el astro rey, tan brillante como él, poderoso como el Helios y amado como ningún otro ser. Fuente de vida y de curación, como asimismo querido por toda una nación, ese, ese mismo era mi real progenitor. ¿Será por eso que soy tan bueno con la música y la inspiración? Músico, poeta y profeta eran los dones mostrados desde que un feliz niño era. Seguramente, todo lo anterior heredado de aquel padre etéreo, mientras que, de mi padre mundano, la hermosa voz corría por las venas de mi canto.

Continuará

MLF

Acerca de mlopezneria

Busco la verdad en la vida y una vida basada en la verdad.

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